Todo a nuestro alrededor es espacio. Amplio, reducido, claro, oscuro, capaz de dar energía o apaciguarla. Todo espacio tiene sus cualidades específicas. La vida en sí misma no podría concebirse sin un espacio y es precisamente esta condición la que algunas veces nos hace cuestionarnos poco sobre él, debido a su constante permanencia en nuestro desarrollo.
Aún con esta aparente “imperceptibilidad” nuestra hacia el espacio, este influye en nuestra cotidianidad. La atmósfera que este nos transmite puede modificar nuestra conducta, nuestros pensamientos y nuestro estado anímico. Somos seres dependientes del espacio y, como tales, buscamos o preferimos el que mejor se adapte a nuestras necesidades.
Por naturaleza somos vulnerables a aquellos espacios que sean capaces de generar una alteración en nuestro status quo, que puedan transmitir emociones fuertes, que puedan erizarnos la piel o hacer brotar nuestro llanto o risa.
Como arquitectos, al crear espacios nos cuestionamos cuales serán sus cualidades, cuál su uso y cuál su usuario, entre muchas otras interrogantes.
Sin embargo, para encontrar el espacio ideal para una determinada actividad o empresa, es necesario tener muy claro qué se busca. Y es precisamente en esta búsqueda en la cuál es importante incorporar la creatividad, con el fin de no limitar o eliminar la posibilidad de encontrar lo inesperado. Debemos estar abiertos a la sorpresa. Es un proceso incierto, en el que se debe permanecer alerta a cualquier detonante que estimule una sensación extraña, un cambio, una respuesta alterna, un descubrimiento nuevo o una relación insospechada. Un proceso en el que el conocimiento del Cliente, sus necesidades y deseos se convierten en dos ingredientes fundamentales, en conjunto con el aporte que este pueda generar en el proceso de búsqueda.
El conocimiento de los mecanismos que facilitan la estimulación de ese “ser sensorial” nos permite explorar la posibilidad de someter a los usuarios de los espacios que creamos a una textura, a una luz, a un ruido o a un olor específicos, con tal de obtener de estos una respuesta o reacción específica. Podemos hacer que transite por diferentes sensaciones, siguiendo un guión que hemos preparado para la experiencia al imaginar su fluir por el espacio y las transiciones entre uno y otro; al articular al individuo con su ser interno a través del entorno que construimos, al doblar la experiencia externa involucrando nuestra parte intangible, nuestra mente, nuestra alma. ◼︎
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